POR LA REDACCION
SANTIAGO, R.D. – El 10 de mayo de 1998, una noticia entristeció todo el territorio nacional. El astro que con luz propia había trillado el camino de la esperanza al pueblo dominicano, había cerrado sus ojos al mundo.
El guerrero de la democracia caía abatido por una terrible enfermedad terminal, la cual enfrento con gallardía, hasta el último aliento de vida.
Si, había muerto JOSE FRANCISCO PEÑA GÓMEZ, el líder que con singular estoicismo había roto las barreras que impone el color de la piel, y como dice Joan Manuel Serrat en su canción cantares, ¨ caminante no hay camino, se hace camino al andar¨, PEÑA GÓMEZ en ese periplo entre riesgos y sacrificios, surcó mares y montañas siendo recibido con honores en los más importantes palacios presidenciales del mundo y su voz tronó con la fuerza inconmensurable del relámpago ensordecedor.
Su sonrisa no se apagó aun en los más fieros ataques de sus viles detractores, muchos de ellos ocultos en madrigueras o detrás de las malditas cortinas del conjuro y la perversión.
Hoy 20 años después de su partida, su figura se engrandece, pues el paso del tiempo separa el trigo de la cizaña y la verdad resplandece con la fuerza del astro rey a media mañana.
Todo un pueblo acompañó su cuerpo inerte a la eterna morada, entre lágrimas y sollozos pronunciados, todo un pueblo lloró su partida, podríamos afirmar que hasta las nubes negras que cubrieron el cielo parecían vestirse de luto por su despedida.
El líder que partía al encuentro con Dios dejaba en un spot sintetizada su alma noble y sin resentimientos cuando expresaba ¨ YO LOS PERDONO, MIS ENEMIGOS PUEDEN CONTAR CON MI PERDÓN¨
Y así se internaba en el más allá dejándonos su eterna sonrisa, el gran líder de tez oscura que a lo largo de su trayectoria por el espinoso mundo de la política, recibió el látigo cruel de sus contrarios y el abrazo amoroso de todo un pueblo que le amaba.