Por Fernando Peña
El 15 de febrero a las 12 de la noche, luego de salir de una reunión, alguien vinculante a la Junta Central Electoral (JCE), que tiene acceso a informaciones primarias me confesó, lleno de preocupación, que las boletas electorales estaban saliendo sin las caras de muchos candidatos y que eso era un grave problema que crearía dificultades serías. Incluso, me sugirió que lo dijera o avisara a la dirigencia del Partido Revolucionario Dominicano (PRD).
En verdad, por el cansancio de ese día ajetreado no hice la denuncia o información al PRD.
Me acosté con esa preocupación, que lamentablemente el 16 de febrero sería de perturbación nacional.
Esta confesión revela que ya la JCE y los delegados de los partidos en diferentes municipios conocían de la situación.
El “grave» fallo técnico por el que el país suspendió sus comicios municipales (y la preocupación que genera a 3 meses de las presidenciales) se preparó días antes del certamen electoral.
El objetivo era claro, intervenir, infiltrar la JCE, provocar la suspensión de las elecciones municipales para llevar al país a una crisis y provocar protestas frente a las oficinas de la Junta Central Electoral.
Ha sido un guión político conspirativo muy calculado.
El desasosiego, la frustración y descontento que eso ha provocado en las largas filas de votantes que luego de iniciarse el proceso eran inmensas cuando se suspendió todo.
Ese domingo, un “fallo técnico”, a todas luces planificado, es un crimen, y cuando se produce un crimen, solo hay que buscar a quién o quiénes beneficia, y así sabremos quién lo ejecutó o mandó a hacer.
Ese crimen contra la paz y tranquilidad ciudadana provocó que las elecciones municipales de República Dominicana fueran canceladas apenas cuatro horas después de la apertura de los centros de votación.
La explicación brindada por la Junta Central Electoral (JCE) es que hubo un problema en el sistema de voto automatizado o electrónico que se utilizaba por vez primera en el país.
El fallo provocó que no aparecieran todos los partidos o candidatos en la pantalla de las máquinas de sufragio, tal y como me lo habían revelado la noche anterior, lo que generó inmediatos reclamos de las fuerzas políticas. Ese era parte del plan.
Es evidente que a pesar de estar al tanto del posible problema una noche antes, la JCE no interrumpió el proceso electoral hasta que constató que los fallos se produjeron de forma generalizada en aquellas circunscripciones en donde se usaba el voto automatizado.
El paso posterior de los ejecutores del fallo electrónico era crear las movilizaciones de jóvenes y militantes partidarios en diferentes partes y municipios del país, sabedores ellos de que la única forma de erosionar la popularidad del gobierno y el presidente Danilo Medina es creando una crisis política e institucional.
Sabe el gobierno que esas movilizaciones la ejecutarán hasta el mismo día que se ha convocado nueva vez las elecciones municipales.
El pueblo llano, el pueblo de a pie, las masas, la mayoría no están participando de esas movilizaciones, son grupos minoritarios de clase media y alta, los hijos acomodados que incitados por los que provocaron el caos electoral, sin saber ni tener objetivos claros, se lanzan a las calles en una peligrosa incitación al desorden y perturbación de la Paz pública.
Ojalá que la prudencia y el buen tino sigan iluminando a los que nos gobiernan y mantengan la estabilidad política, institucional y económica que disfrutamos todos los dominicanos.