Por: Bolivar Balcacer
La justicia dominicana atraviesa una de sus etapas más oscuras. No por falta de leyes ni por ausencia de instituciones, sino porque una parte del sistema ha sido secuestrada por intereses ajenos al bien común. En vez de garantizar el derecho, algunos jueces y abogados han convertido los tribunales en trincheras de persecución. Y lo que hoy vive la prensa crítica es, sin ambigüedades, un claro ejemplo de terrorismo judicial.
Este nuevo rostro de la represión no usa balas ni cadenas. Usa resoluciones, querellas fabricadas, medidas cautelares y citaciones amañadas. Usa el lenguaje del derecho para pervertir su esencia. ¿El objetivo? Silenciar al que denuncia, arrinconar al que investiga, intimidar al que no se somete. Y en el centro de este fuego cruzado está la prensa independiente —en especial, comunicadores con trayectoria ética y valiente como Fernando Peña, quien hoy enfrenta intentos burdos de desacreditarlo, no por mentir, sino por decir lo que muchos callan.
No se trata de justicia, se trata de venganza. No es defensa del honor, es castigo ejemplar. Lo que se está montando desde ciertos tribunales y despachos jurídicos es una campaña orquestada, sin sustento legal ni moral, que busca convertir al periodista en el acusado, y al corrupto en la víctima.
Este patrón responde a una estructura más profunda, a lo que ya puede llamarse sin rodeos el cártel de las togas: una red de poder enquistada dentro del mismo aparato judicial, que opera con impunidad, acomodo político y revanchismo selectivo. No todos los jueces son parte, por supuesto, pero basta con unos pocos comprometidos con intereses turbios para sembrar terror en todo el sistema.
Y mientras esto ocurre, la sociedad parece caminar sin cabeza. Una parte aplaude desde la ignorancia, otra se calla por miedo, y algunos incluso celebran que se intente “poner en su sitio” a periodistas incómodos. No comprenden que permitir que el periodismo crítico sea judicialmente acosado es abrir la puerta a un país sin voces, sin denuncias, sin contrapesos.
Lo que se busca es instaurar el miedo como norma. Es la lógica del terror legal: si te atreves a hablar, te destruirán con leyes manipuladas. Si publicas lo que no conviene, te envolverán en procesos interminables para quebrarte económica y emocionalmente. Eso es terrorismo judicial, y es más peligroso que la censura tradicional, porque se disfraza de legalidad.
Pero la historia ha demostrado que cuando más se persigue a la verdad, más se fortalece. Y periodistas como Fernando Peña no se construyen con halagos ni conveniencias, sino con años de firmeza, ética y resistencia. Atacarlo no solo es un error político, es una derrota moral para quienes aún creen en la justicia como valor, no como instrumento de represalia.
Hoy más que nunca, la prensa libre necesita respaldo, no miedo. Necesita ciudadanía activa, no indiferencia. Y necesita que se le recuerde al país que sin periodismo independiente, no hay democracia que resista.
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Bolivar Balcacer, en un constructor de conciencias perdidas, periodista contestatario e independiente, radicado en Estados Unidos. www.tvmctv.com