Por Fernando Peña Aunque se que por formación, carácter y convicción no es de lo que abandonan objetivos y propósitos, menos si de responsabilidades sociales, políticas y profesionales se trata. No estoy de acuerdo que Miguel Vargas deje el liderazgo del PRD, si hay alguien que así lo cree, manifiesto mi oposición y hago un llamado al ingeniero Miguel Vargas a seguir en las riendas del PRD y que dirija una reingieneria orgánica y de su dirigentes en todo el país. El debe propiciar y dirigir el proceso de cambio y relevo en el PRD. Que nuevos rostros, nuevos dirigentes jóvenes y no tan jóvenes dirijan el partido y la vocería . El precario desempeño electoral que hoy ha tenido el partido de Peña Gómez es fruto de su gran generosidad y falta de malicia política en esta jungla de sociedad que nos ha tocado vivir. Miguel Vargas es un político diferente, si, diferente, que no usa ni malas artes, ni trapisondas ni engaños en su ejercicio político y partidario. Por qué el PRD y el propio Miguel Vargas cómo candidato presidencial sacó esos pírricos votos? Sencillamente porque a pesar de su entrega al partido, de los recursos, herramientas y aportes ofrecido mensualmente a la dirigencia y cuadros políticos esenciales para hacer y desarrollar el trabajo político, nada hicieron en términos de crear verdaderas estructuras partidarias y reclutar dirigentes con sentido de entrega a la organización y el país. Y un partido sin estructura no da voto…. El problema no es Miguel Vargas, no. Si algún pecado se le puede atribuir al presidente del PRD es su ingenuidad política, el no defenderse ante la embestida en su contra, básicamente de los ex compañeros perredeistas, hoy PRM. Atendiendo a esos criterios, me permito sugerir públicamente lo siguiente al PRD y su presidente Miguel Vargas: primero, debemos preguntarnos, ¿Qué tipo de liderazgo necesitamos? ¿Cuáles han sido sus alcances y los límites de la dirección y liderazgo después de la desaparición física del líder Pena Gómez? ¿Ellos han permitido o han dado los relevos de los líderes?
Hay que hacer un análisis de sinceridad.
¿Los líderes o dirigencias a nivel medio y central han logrado estabilidad interna, logros electorales y de aceptación popular? Segundo, en este tramo de su vida el PRD debe volcarse a ser un partido de cuadros, de valores, de principios y presentar una oferta electoral acorde a la realidad y a la gente. Tercero, el PRD tiene que buscar dirigentes, líderes creíbles, que motiven, entusiasmen. Afable con la gente, cuadros reales en todos los órdenes. Que crean en el proyecto no solo por lo que puedan darle mensualmente. Que hagan el trabajo político, de estructura y captación de dirigentes. Cuarto, ahora, las mentes más brillantes, los talentos, los creyentes en las ideas son los que lograran, en este mundo del conocimiento y la tecnología, que Republica Dominicana entre al escenario mundial del desarrollo colectivo. Y que el PRD se modernice, crezca y sea una opción verdadera en la mente de los jóvenes de la gente. Quinto, el PRD para lograr su modernización y renovación debe efectuar de inmediato constantes investigaciones, debates, seminarios, consultorías, capacitaciones, publicaciones, encuestas, talleres, entre otros esfuerzos dirigidos a promover una nueva cultura política democrática, nuevos cuadros, una nueva generación empujada y dirigida por los dirigentes de larga data. Y por último, aplicar el pensamiento y las ideas del líder de siempre, Peña Gómez , que nos enseñó a hacer política con cercanía, siendo un político de calle, y que en política hay que ser generoso, pero sumamente cuidadoso. Injusto sería no apoyar, entusiasmar, motivar al mayor, mejor y único activo político que tiene el PRD : Miguel Vargas. Ese que ha sufrido todo tipo de trapisondas, escarnio, injuria, tramas, difamaciones y obstrucciones en la consolidación de ese instrumento democrático e histórico del pueblo, el PRD.
El proceso que ha vivido el PRD y Miguel Vargas, es un ejemplo de aprendizaje para los partidos y liderazgos nacionales, nos muestra de que el aprendizaje solo es posible a partir de revisitar el camino andado, aprendiendo de los errores, pero también echando luces sobre los aciertos.