Por Bolívar Balcacer
En la comunicación dominicana, el ego ha superado la vocación. Muchos comunicadores, cegados por el afán de lucro y un insaciable complejo de grandeza, han convertido el debate en un espectáculo de arrogancia. En lugar de informar con rigor, priorizan el protagonismo y la rentabilidad, transformando el periodismo en un negocio de egos inflados.
Esta actitud se hace evidente cuando son acorralados públicamente: en lugar de admitir errores, recurren al insulto, la victimización o la manipulación. Se sienten intocables, como si la crítica fuera un atentado contra su estatus, cuando en realidad es parte del escrutinio que exige su rol.
El problema no es la ambición, sino el ego desmedido que deforma la verdad. La credibilidad, base del buen periodismo, se desvanece cuando el comunicador antepone su imagen a su compromiso con la sociedad. Sin humildad, la comunicación pierde su esencia.
Hasta nuestro próximo comentario